LA CARTA QUE NADIE TE ESCRIBIÓ

@nadie...

No sé cómo decirte esto sin romperte,
pero igual te rompí con mis actos.
Así que al menos voy a darte las palabras que merecías desde el principio.

No puedo con tu intensidad.
No sé cómo abrazar todo lo que eres.
Al principio me encantaba. Me atrapaba.
Tu forma de mirar, de querer, de estar.
Parecía un regalo.
Pero luego, me sentí pequeño frente a tu dolor.
Me incomodó tu necesidad de verdad, de afecto, de profundidad.
Y en lugar de decirte: "no puedo con esto",
me alejé lento.
Te dejé hablando sola, sintiendo sola.
Te di excusas envueltas en palabras bonitas para que no me odiaras.
Porque preferí proteger mi imagen que tu dignidad.

Sentí que te volvías caótica, demandante, emocionalmente hambrienta.
Y en vez de preguntar qué te pasaba,
dejé de tocarte.
De escribirte.
De mirarte con deseo.

Y tú, que todo lo sientes, lo notaste.
Y te empezaste a romper más.
Y cuanto más te rompías, más me alejaba.
Hasta que ya no supe cómo volver.
Y no tuve el valor de decirte:
“Ya no quiero seguir. Me asustas. Me cansas. Me superas.”

No fui valiente.
No fui honesto.
Fui cobarde.
Y te dejé sola con todas las versiones de ti que yo ya no quise sostener.

Y no merecías eso.
Merecías una despedida clara,
no un silencio tibio.
Merecías la verdad.

Y esta es aunque suene reiterativo: 

Sí, te quise al principio.

Te admiré. Me gustaste.
Tu forma de sentir era distinta, intensa, atrayente.
Pero después… después te volviste pesada.
Desgastante, saturadora.

Tu necesidad constante de afecto me asfixiaba.
Tus emociones me cansaban.
Tu llanto me incomodaba.
Tus silencios me daban ansiedad,
tus mensajes me hacían querer apagar el celular.

Y sí, empecé a verte distinta.
Menos deseable.
Menos “atractiva”.
Más “complicada”.

Empecé a tocarte menos porque ya no quería estar tan cerca.
Empecé a escribirte menos porque ya no me nacía.
Me inventé ocupaciones, excusas, cansancio.
Y tú insistías. Rogabas cariño. Reclamabas amor.
Y eso me hartó.

Quería irme, pero no sabía cómo.
Así que te dejé sola, esperando.
Te dejé hablar al vacío, mientras yo ya me había ido por dentro.

No fuiste suficiente para mí.
Tu tristeza me superó.
Tu necesidad me repelió.
No quise cargar con tus heridas. No me interesó tu historia.
Quería alguien más simple.
Más alegre.
Más funcional.
Más bonita.
Más "normal".

Y no, no te lo dije.
Porque no quería ser el malo.
Porque era más fácil desaparecer que confesar que ya no te amaba.

Y no no te equivocaste prefierí callar pero tu intuición lo sabia.


Comentarios

Entradas populares de este blog

Primer encuentro.

La tristeza de ser puta.